domingo, enero 08, 2006

Qué vida más triste o final de un sábado aburrido por la noche
- Me gustaría regresar al año 2002, no porque fuera un buen año sino que en esa época no me interesaban las relaciones humanas. No me interesaba nadie. Escuchaba mi música oscura y paraba en el colegio metido en mi walkman sin escuchar a nadie. A lo mejor tenía relaciones platónicas con gente de mi colegio, no lo recuerdo. Relaciones humanas subjetivas, muy psicológicas, de la forma incorrecta. De la forma enferma, qué se yo. Era más feliz que ahora, creo, aunque me considerara a mí mismo un horrible hombre del pantano que solo podía producir en las personas reacciones desagradables. Fue mi último año de colegio y yo fui el más antisocial, el más amorfo, el más feo. Dejé a los amigos que había hecho hasta entonces, me junté con gente rara. Dejé a los antiguos amores. Algunas chicas a las que yo les solía gustar me abandonaron a mi suerte. El caso es que hoy recuerdo aquella época como buena, porque no me interesaban las mujeres y puedo asegurar que si me interesó alguna fue muy circunstancialmente. Luego vinieron aquellos días en mi memoria cubiertas con una especie de neblina. Hace poco me dio por reencontrarme con los antiguos amores que dejé olvidados. Todas han crecido y tienen vida. Incluso hace unos meses tuve sexo con una chica de mi promoción. No me dejó tan satisfecho como esperé que fuera el sexo casual. Luego está la chica con la que acabo de romper, que en esa época éramos amigos, y experimentaba con ella lo que Douglas Coupland llamaría en “Generación X” una sombra platónica. Bueno, ésas son las cosas que extraño de ésa época. Mi culto a la soledad. La mierda amontonada en el ambiente. Sería feliz ahora si pudiera alejarme de todo, ir lejos dentro de mí, como lo hice en aquella época. Pero me falta un buen motivo. Un buen móvil. Tal vez me vuelva gay. Sí, eso sería bueno.